El Bus de Tránsito Rápido Cacique Cayaurima, que opera desde el 18 de noviembre del año pasado, les ha servido a muchos para movilizarse en la zona norte del estado
Puerto La Cruz.- Tiene la suya en la solapa de una cartera pequeña que le guinda del llavero. No necesita sacarla, pues el sensor la lee con esa tela que la protege. Sus 25 años la llevan al final del pasillo, pues es de la que prefiere dejarles asientos a las doñitas y doncitos, embarazadas y a las personas con discapacidad, aunque su poco más de metro y medio de estatura se la pone difícil al tratar de aguantarse de las asas que cuelgan del tubo que recorre toda la unidad.
“Esto aquí adentro se parece al país que nos merecemos, y sólo necesitas una tarjeta que cuesta 200 bolívares, por eso siempre la cargo conmigo, junto a las llaves de mi casa”. El Bus de Tránsito Rápido (BTR) Cacique Cayaurima es el medio de transporte de María Andreína López, quien trabaja en la avenida Principal de Lechería y vive en el sector El Pensil, en Puerto La Cruz.
El sistema, que está operativo desde el 18 de noviembre de 2015, es “perfecto” para ella. “Camino dos cuadras y llego a la parada de El Pensil y después me bajo en la de Vistamar”.
El mismo recorrido lo hacía en la ruta tradicional. Frente a la sede de Tigasco tomaba un autobús que la dejaba en el Crucero de Lechería. “Me robaron una vez y desde entonces quedé ‘sicosiada’. Todo el que se montaba en una parada me parecía sospechoso”.
María Andreína carga un celular Android, aunque tiene uno “de los baratos” para responder mensajes y recibir llamadas en la calle.
“Hay cosas que reafirman eso de que adentro del Yutong es otro país. Aquí puedo sacar mi celular caro, escuchar música y hasta hacerme una selfie”. Pasa de la seriedad a la risa con tan sólo hablar de la auto-fotografía.
La mochila y el puesto azul
Lleva su mochila agarrada de una mano, un hábito que ha adoptado para no ocupar más espacio en la unidad, confiesa que fue una de las que criticaba el BTR antes de usarlo.
“Todavía hay cosas con las que no estoy de acuerdo. Por ejemplo, la construcción de un canal dentro de las vías principales, que afecta a quienes no disfrutan del servicio. Y es que el tráfico aumenta”.
A pesar de eso, María Andreína se queda con esas cosas que nunca extrañará de los autobuses de la ruta tradicional.
“En los Yutong, la gente habla, pero hace caso a esa voz que pide que lo hagan con un tono moderado. No hay ni vallenato ni salsa erótica a todo volumen, pero sí música criolla. Tampoco me gusta mucho- pero no es atormentante”.
Un blazer rojo la acompaña en su rutina laboral y cerca de las 8:00 de la mañana, una media hora antes de entrar a su trabajo, aún huele a recién bañada, y a crema de peinar que le mantiene su pelo crespo. “Esa es otra ventaja. Llegar con buen olor. Antes, parecía la esposa del mecánico de la calle de mi casa. ¡Olía a puro monóxido!”.
Desde el final del pasillo apunta con su boca hacia el comienzo. Ahí están dos mujeres que parecieran estar abrazadas a un tubo, justo al frente de una de las dos puertas de salida.
“No entiendo por qué no avanzan, se quedan en el medio y entorpecen el flujo de pasajeros. La gente también debe poner de su parte. A algunos no les gusta cumplir con las normas. Eso es convivencia”.
José Ramón tararea las canciones de Camilo Sesto que se escuchan de fondo musical en esa unidad con capacidad para 200 pasajeros y que recorre 17,5 kilómetros (12 de ellos en un canal exclusivo) de la zona norte del estado Anzoátegui. Asegura conocer el sistema de transporte muy bien, o por lo menos lo que le interesa.
Es de esos que le recuerda a cualquier joven o cuarentón que los asientos azules son para personas de la tercera edad o con discapacidad. Además, a sus 76 años no paga por el servicio.
“Creo que sí se cumplen nuestros privilegios, los que nos ofrecieron cuando inauguraron el BTR. También toca un poco de nosotros exigirlo. En un país lleno de colas y abusos, aquí, por ahora, como dijeron por ahí, disfrutamos de un servicio que nos complace”.
Visita con regularidad su casa materna, que queda en Tronconal, Barcelona. “A mí me sirve, pero debo caminar un poco más. No me quejo, porque no llevo apuro. Entiendo a quienes tienen que marcar tarjeta en el trabajo, que deben caminar un trecho largo para llegar a otra parada o a su destino”.
Es por eso que Frederick Suárez no lo usa con regularidad. “Me he montado, pero no me gusta, es un atraso para mí”. Trabaja en el centro de Puerto La Cruz y vive en el conjunto residencial La Guadalupe, en la vía El Rincón-San Diego.
Agarra un Yutong de la decena que funciona en la línea dos del Bus de Tránsito Rápido (cubre la zona rural). Ése lo deja en Molorca, muy cerca de la parada que lleva el mismo nombre en la Intercomunal.
“Ahí hay demasiada gente en horas pico. Si me pongo a esperar, tendría que pararme de madrugada para poder llegar a tiempo. Por eso cruzo y agarro cualquiera de los buses que van al centro”.
Para estar a la hora en la botiquería en la que labora debe quedarse en la estación El Pensil del BTR. “Y de ahí caminar como media hora. Además, yo veo que esas unidades están a reventar siempre, sobre todo las que van a Barcelona”.
José Daniel, un estudiante de la Universidad Santa María (USM), ha llegado a esperar hasta 15 minutos por una unidad de Transanzoátegui, la empresa creada por el gobierno regional y el Ministerio de Transporte Terrestre para que administre el sistema interurbano. Usualmente sale de clases a eso de las 11:20 de la mañana y camina hasta la parada Las Garzas para regresar a su casa de Bella Vista, en Puerto La Cruz.
“Los autobuses normales son más rápidos. Debe ser porque no se paran en ciertos puntos, cuando no hay pasajeros o no le piden que se detengan. Los Yutong se paran en todas sus estaciones, así haya o no gente, y por eso se retrasa”.
“Siento que fue un fórceps colocar ese canal en la Municipal (avenida) y en la Intercomunal. Le resta movilidad al tráfico de los particulares. Y eso que repararon unos tramos en los que era casi imposible pasar”.
Considera, además, que el tiempo que se ahorra la unidad en el canal exclusivo, lo pierde cuando se incorpora a las vías normales (desde Pedro Segura hasta Bella Vista, por ejemplo).
“Yo he sacado la cuenta. En el autobús normal, tomándolo afuera de la Santa María (Intercomunal) hasta BCO (Banco de la Construcción), en la Municipal, duro sólo ocho minutos.
En el BTR me echo 12 (desde Las Garzas hasta Chuparín), sin contar el tiempo que pierdo caminando y a la espera de la unidad, que, a veces, tarda hasta 15 minutos, y eso que habían dicho que era cada siete. Incluso, hay veces en las que llegan dos seguidas. Todo es cuestión de suerte y de la hora en la que llegue uno a la parada”.
El celular
Un muchacho de franela verde, bolso en hombros y unos audífonos que lo aíslan del ambiente, pero dejan escuchar el reguetón de Maluma, saca su celular -uno táctil de última generación-, escribe, y luego sigue con el ritmo que lo ocupa.
No oye el nombre de las estaciones que anuncian por el parlante ni las sugerencias dadas, sobre todo esa que cumple, la de escuchar música con auriculares.
Una señora que encontró lugar en un asiento en la última parte, la más elevada después del acordeón que está justo en el medio del autobús y lo articula. Lo ve y comenta a su compañero de viaje: “ese muchacho puede sacar el celular sin problemas. Aún a mí me cuesta, porque me robaron uno. Fue en un autobús y desde ahí no lo saco en lugares públicos. Están carísimos. Pero he visto, y me agrada, que aquí mucha gente enseña su aparato sin miedo. Ojalá esto siga así, que funcione así por mucho tiempo más”.
El joven de camisa verde avanzó hasta el final del pasillo, abrió su morral, guardó muy bien sus audífonos y su teléfono, y sin empujones esperó que abrieran las puertas para salir.
Hubo discordia por el canal y el contraflujo
El mismo presidente Nicolás Maduro condujo por primera vez un Yutong desdesde Barcelona hasta Puerto La Cruz, en el canal en contraflujo, exclusivo para el Bus de Tránsito Rápido (BTR).
Eso ocurrió el 18 de noviembre de 2015, cuando, además, bautizó el sistema conformado por 35 unidades y administrado por TransAnzoátegui, como Cacique Cayaurima, en honor a un guerrero Cumanagotos del municipio Bolívar. Maduro señaló que los buses de acordeón (articulados, que sirven para girar con facilidad) cuentan con cámaras y aire acondicionado.
Tres meses antes de la inauguración, el presidente del Centro de Ingenieros del estado Anzoátegui (Cianz), Freddy López, señaló que, tras analizar el proyecto -sólo de forma visual, pues el Ministerio de Transporte Terrestre y Obras Públicas no le había presentado el plan original- pronosticaban un colapso del tráfico en la troncal 9 (Intercomunal y Municipal). “El canal exclusivo hará los espacios más reducidos”.
Incluso, López manifestó que el tema del contraflujo podría generar arrollamientos. Efectivamente, el 22 de noviembre, cinco días después de la puesta en marcha del BTR, murió embestido por un Yutong en la Jorge Rodríguez.
Querían su ruta
La misma posición tuvieron los sindicatos que agrupan a los choferes de las líneas interurbanas, pues, en un principio, la Dirección de Transporte de la Gobernación de Anzoátegui indicó que las rutas tradicionales iban a ser modificadas.
Esa medida fue suspendida, y tanto BTR como las rutas de carritos, busetas y autobuses comparten el recorrido.
Accidentes
Los primeros tres días de funcionamiento del BTR, el tráfico de vehículos estuvo pesado por las avenidas Municipal e Intercomunal. Algunos choferes se metieron por el canal exclusivo del sistema de transporte e incluso dos unidades Yutong se encontraron en el mismo canal, lo que generó críticas y burlas en Twitter.
Muerto
Cinco días después de que fue inaugurado el Bus de Tránsito Rápido (BTR), el vigilante Juan de la Cruz Pedrique, de 47 años, fue arrollado mortalmente por un Yutong que circulaba por el canal exclusivo, justo al frente del CCMT, en la avenida Intercomunal. El sereno no se percató de la unidad que venía a contraflujo.